Todo comenzó una mañana fría y lluviosa de otoño con el pueblo reunido en la actual Plaza de Mayo y nueve hombres jurando en el Cabildo
El Cabildo quiso sacar provecho de la votación efectuada el 22 y, aunque aceptó la destitución del virrey, recurrió a la artimaña de incluirlo entre los miembros de la Junta que se formaría. La hábil maniobra sorprendió a los porteños, quienes tardaron algunas horas en reaccionar. La Junta que juró el 24 estaba integrada por cinco miembros: Cisneros (como presidente), los españoles Juan Solá (párroco de Montserrat) y José Santos Incháurregui (comerciante), y los criollos Juan José Castelli y Cornelio Saavedra, como vocales. Tras la sorpresa, los criollos se reunieron por la noche en casa de Rodríguez Peña y decidieron dar marcha atrás con lo decidido por el Cabildo.El 25 de mayo amaneció frío y lluvioso. El grupo que dirigían French y Beruti ocupó la plaza en espera de los acontecimientos, mientras los vocales criollos de la Junta ingresaban al Cabildo para presentar sus renuncias. Los más exaltados advertían desde afuera que el pueblo “no tolerará que se burle su voluntad”. Los minutos pasaban y la impaciencia crecía: parte de la multitud, que no tenía noticias de lo que ocurría en el Cabildo, golpeó las puertas al grito de “el pueblo quiere saber de qué se trata”.Cisneros tardó en renunciar, pero ante el hecho consumado y la falta de respaldo militar alguno, optó por dejar el Cabildo.
El Cabildo quiso sacar provecho de la votación efectuada el 22 y, aunque aceptó la destitución del virrey, recurrió a la artimaña de incluirlo entre los miembros de la Junta que se formaría. La hábil maniobra sorprendió a los porteños, quienes tardaron algunas horas en reaccionar. La Junta que juró el 24 estaba integrada por cinco miembros: Cisneros (como presidente), los españoles Juan Solá (párroco de Montserrat) y José Santos Incháurregui (comerciante), y los criollos Juan José Castelli y Cornelio Saavedra, como vocales. Tras la sorpresa, los criollos se reunieron por la noche en casa de Rodríguez Peña y decidieron dar marcha atrás con lo decidido por el Cabildo.El 25 de mayo amaneció frío y lluvioso. El grupo que dirigían French y Beruti ocupó la plaza en espera de los acontecimientos, mientras los vocales criollos de la Junta ingresaban al Cabildo para presentar sus renuncias. Los más exaltados advertían desde afuera que el pueblo “no tolerará que se burle su voluntad”. Los minutos pasaban y la impaciencia crecía: parte de la multitud, que no tenía noticias de lo que ocurría en el Cabildo, golpeó las puertas al grito de “el pueblo quiere saber de qué se trata”.Cisneros tardó en renunciar, pero ante el hecho consumado y la falta de respaldo militar alguno, optó por dejar el Cabildo.
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